El siguiente vuelo era el nuestro, pero recién a las 18:25. Así que tuve tiempo de recorrer el aeropuerto mil veces e ir recibiendo a todo el grupo. Finalmente llegó la hora del embarque.
Una vez que habíamos estado en la sala de embarque se presentó una situación peculiar. Una de nuestras pasajeras se sintió un poco mal. Y siguió desmejorando con el paso de los minutos, al punto de tener muchísima fiebre. Era tal su estado que debimos llamar a los médicos del aeropuerto para que la asistan.
Ellos después de revisarla, le dieron un medicamento para bajarle la fiebre, y si bien su estado era mejor se notaba claramente que no se encontraba bien. La sugerencia fue que disimule, que sonría y que trate de no mostrar que se encontraba mal, caso contrario no la dejarían subir al vuelo. Y ella hizo todo tal cual le indicaron y pudo embarcar.
















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